Esta noche,me he desvelado y me he llevado una grata sorpresa.A través de la ventana,se iluminaban unos rayos de tormenta,a lo lejos;entre nubes;allí,en mar abierto.La luna,creciente y punzante;brillaba con un descaro indulgente.Anunciaba,a grandes rasgos,la dura batalla acometida en los altos cielos nublados.Donde los rayos,disparaban sus destellos sordos de luz,en la lejanía de las aguas saladas;hacia las tierras pobladas de los hombres!.Donde,incautos la gran mayoría,dormitaban en seguros aposentos y recias camas;y de donde surcaban,grandes sueños benévolos o algunas terribles pesadillas;siguiendo la comparsa,de aquella rica tormenta,cual se acercaba;muda aún toda ella,para sorprender,a la mañana,a los endebles oídos de algunos o a los fastos sueños siderales, de otros.Con un tronar parecido a mil cañones,llegó al fin,tal aguacero.Posándose en
tierras firmes,inundó sus calles con su agua fría;cercó y burló a todo ser vivo y limpió y tendió sus manos,a toda simiente voraz;ajenos algunos a todo ello,se firmó la paz después de cien batallas.Llegó la calma,acabóse la lluvia.El eléctrico paisaje se dilapidó al completo.No sin antes
dejar cual rastro de singular belleza,la que abarca toda naturaleza,que en paz nos cuida y en
miseria nos avisa,sin traición ninguna,sin venganza alguna.
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